Presidencia | Columnas | elvocero.com

2022-07-29 21:16:38 By : Ms. Crystal Ou

Infraestructura, salud mental y organizacional, investigaciones inherentes a la farmacoterapia y la salud pública global, cambio climático y compromiso social: estos temas son, precisamente, los que se perpetúan en nuestra realidad actual, posterior a la pandemia. Curiosamente, son cuestiones muy afines a las profesiones y funciones de los cuatro candidatos que estarán en la mirilla estudiantil, docente y no docente en el proceso de búsqueda y consulta del nombramiento en propiedad en la presidencia de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Al tomar en cuenta esta coincidencia de necesidades, a nivel global y a nivel micro, particularmente desde el sistema UPR, ¿qué cualidades deben distinguir al candidato idóneo para la presidencia, en tiempos de transformación social?

En primer lugar, la figura que ostente la posición de presidencia debe analizar la debida utilización de los espacios y debe garantizar el mantenimiento continuo de las instalaciones que representan, incluso a nivel visual, a una de las instituciones académicas más reconocidas en Latinoamérica y el Caribe; todo ello, desde la costo-efectividad. Debe tomar en cuenta desde el deterioro observable en zonas particulares de Ciencias Médicas hasta la particularidad de los daños ocasionados por el huracán María, en aquellos recintos que circundan nuestras costas. Debe ser capaz de analizar qué procesos se duplican, a nivel sistémico, y cuáles requieren mayor atención en cuanto a dilación de gestiones particulares, ineficiencias, carencias y demoras.

La figura que ostente la presidencia debe estar al tanto de la brecha tecnológica existente en estudiantes de las generaciones actuales con la misma seriedad que ocurre en profesores de diversas generaciones. Se espera que sea portavoz de una educación efectiva, creativa, aplicable y moldeable, tal como las neuronas de los discentes que conformarán la matrícula del resto de esta década. De otra parte, debe saber escuchar activamente y mantener contacto continuo con dicho estudiantado: esto se debe medir, de forma operacional, a través de visitas continuas a los recintos y el establecimiento de mecanismos que garanticen que sus necesidades válidas han sido cubiertas. En cuanto a mecanismos de comunicación, su presencia mediática y en la internet debe evidenciarse, más allá de las cuatro paredes que conforman la oficina presidencial: todo ello, a través de vídeos, presencia en programas, la prensa, podcasts y la radio, por mencionar algunos.

En cuanto a la mirada regional, debe saber qué necesidades distinguen a los recintos costeros de los del centro de la Isla y estar al tanto de la labor de las oficinas que tramitan las gestiones que aportan a la salud organizacional: deberá analizar si es requerida una oficina de Recursos Humanos por recinto. También si los pagos se tramitan de manera equitativa y si el trato humano es cónsono con lo que promueven en seminarios que emergen de tales espacios. No debe mostrar ceguera selectiva sobre los casos de alegado acoso laboral y debe vigilar continuamente la labor de la figura asignada al proceso de monitoría.

En la mirada individual, la salud mental debe prevalecer, no solamente en los estudiantes, sino también en el personal docente y no docente: esto se logra con la continuidad de los servicios psicológicos, tanto a nivel presencial como remoto, toda vez se cumplan los deberes que distinguen las profesiones de la conducta y la formación requerida para tales fines. No es lo mismo la figura que se ha adiestrado en psicología clínica que aquella que posee una formación en psicología industrial: tampoco es igual la consejería a la psicología social. Todas tienen su función particular, y ya se ha reiterado.

La figura que anhele la presidencia debe promover la investigación e incentivar continuamente, más allá de fondos federales: sea aquella que aporte a asuntos de salubridad y farmacoterapia en plena pandemia, a la creación y promoción de un negocio o al aporte sustancial de las bellas artes. Debe darle la misma importancia al “NIH” como a los festivales de teatro y de cine: debe reconocer la importancia de la cultura, apreciarla y degustarla, desde distintos ámbitos.

La conexión con el resto del mundo debe evidenciarse en intercambios continuos con la facultad de instituciones foráneas, más allá del vínculo con instituciones estadounidenses. El intercambio hacia el extranjero no debe ocurrir únicamente, a nivel estudiantil: se debe retomar el intercambio entre académicos de diversos países, a través de seminarios virtuales y vídeos sobre temas no típicamente discutidos en nuestro contexto isleño. Se debe promover y analizar con detenimiento qué fuerzas nos unen, a nivel global, y qué realidades particulares aún nos separan. En cuanto al desarrollo académico y la innovación a la hora de aprobar programas subgraduados y graduados noveles, con gran potencial, debe emular la efectividad de las instituciones privadas del país y del mundo.

A nivel personal, ante todo, debe ser humano: el responder un correo electrónico es tan sutil y elegante como el saludo genuino a la empleomanía que conforma la base del sistema, a nivel jerárquico.

En síntesis, la sumatoria de las formaciones de las figuras que ostentan la presidencia -y una gran dosis de humanismo- son la mejor fórmula.

Todo, en su justa medida.

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